martes, julio 26, 2005

¿HA DESAPARECIDO LA NIEBLA?


Me detuve en tus ojos, tupida red viva,
cavidades, islas, refugios, pausas ideales,
destino último de mi amor deshabitado.



(S. Hidalgo)
I
Te he buscado.
Hoy te he buscado detrás de la densa cortina de una mañana de niebla,
por las irregulares aceras de baldosas cuadriculadas
tan llenas de humedad.
Hoy te he buscado junto a los pasos de cebra,
en las interminables avenidas, en los abandonados jardines.
Te he buscado más allá de donde mi vista
define la exactitud de un cabello oscuro;
y te he esperado junto a una cabina de teléfono,
repitiendo insistentemente un número que me quema entre las manos,
un papel que lucha por salir del fondo del bolsillo de mi abrigo.
Hoy te he buscado entre mis recuerdos.
Y en ese desván ¡es tan fácil encontrarte!.

II
Un termómetro electrónico, rojo,
vocea con el incansable ritmo de una máquina que la mañana es fría,
que tres míseros grados de calor, o de frío,
me van a invadir el espacio tan estrecho que existe
entre mi abrigo y mi garganta.
Un reloj, también electrónico, se esconde tras el termómetro.
El reloj no grita, el tiempo discurre sin necesidad de que lo midan.
El tiempo sólo permite su medida si tu tardanza es definitiva.
Entonces, ya es demasiado tarde para la esperanza.
Y si ya es definitivamente tarde,
mis pasos me conducen hacia el templo pagano de un bar
donde mitigar la melancolía en un humeante café.
Y busco en las páginas centrales del periódico,
en la sección de anuncios por palabras,
una línea que me asegure que no te he perdido para siempre.
Pero, tú ¿dónde estás?,
¿puede una mañana de niebla confundirte?

III
No sé si ha pasado el tiempo.
No sé si ha desaparecido la niebla.
No sé cuántos cafés se han enfriado entre mis manos
esperando que abrieras esa puerta que tengo frente a mí.
No sé por qué, siendo invierno,
se aferran con tanto ahínco las hojas de los plátanos a sus ramas.
Este libro que ya he leído tantas veces,
tiene tantas marcas en sus páginas,
tiene tan desgastadas las cubiertas,
tiene tantas lágrimas en la cesura de sus versos...
No sé si ha desaparecido la niebla.
Aún no se han caído todas las hojas que el viento,
con violentas agujas de frío, maltrata.
Por qué me pregunta una y otra vez mi reloj
qué contratiempo te ha retenido.
¡ Cuánto frío da la tristeza !

S.H. ,1998