jueves, marzo 05, 2009

OTOÑO MUSICADO



A mis oídos acude el gorgoteo vital
de la pecera;
el intercambio de oxígeno
que en la minúscula superficie del agua
-tan alejada del inmenso mar-
realizan mis ahijados:
dos inquietos peces de colores.

Invaden la sala
los espectros de Mozart y Scarlatti
y el sosiego de la flauta
en el andante que acompasa mi pálpito
a las nocturnas horas del día decadente.

Y luego,
con el tacto de la piel fresca y joven
un adagio se diluye en la incipiente madrugada.

En el patio,
un leve soplo de brisa
descabalga de sus ramas
las primeras hojas
del neonato otoño.

S.H.

jueves, enero 29, 2009

SOSIEGO NOCTURNO

( A Josefina LLamazares y Mª Ángeles Carrasco)


Y por fin, el silencio.

La oscuridad azul de la noche

amedrenta a las felinas sombras
diluyéndolas en los tejados;

pasa consulta al insomnio
de las lechuzas;
es la túnica que cobija
la urgente intimidad
de los enamorados.


Y por fin, la noche.

El silencio trepando incansable
hasta los aledaños de la luna,
desbrozando el enmarañado camino
que conduce a la caverna del sueño;
poniendo en orden los inevitables
desajustes del vencido día.

S.H.
19 enero 2009

jueves, enero 22, 2009

LANZAROTE: ISLA


Fue en Lanzarote,
una noche de brisa intensa:

el mar y el faro
discutían, con violencia,
sobre un asunto de sirenas.

S. Hidalgo
junio, 2006

miércoles, enero 21, 2009

QUE NO QUIERO

Pablo H.

¡Que no quiero un mar embalsado
meciéndose en mi interior

con un vaivén desganado!

¡Que se me duerme la risa!


Quiero soliviantar a la brisa
para que rice las crestas,
para que mi sangre, roja,
se vuelva de menta,
que es el color de la risa.

S.Hidalgo, 1997

sábado, noviembre 01, 2008

DEL AMOR

(M. de Pedro)
De la vida me queman los besos desatendidos,
-llagas crónicas hacinadas en mi boca-;

los trenes que perdí

acudiendo a la estación equivocada;

las cartas que nunca me escribieron
-amontonadas en los mismos
rincones que la tristeza-;

el amor hecho de pan ázimo,

insustancial materia que el hambre rechaza.

De la vida

me quema el amor
que no acelera el pálpito,
el abrazo insensible, inane y premonitorio;

las manos que frenan
el recorrido de una caricia,
dejándola en el limbo abandonada
y eternamente suspendida.

No quiero el amor, y de eso estoy bien seguro,
como viento que existiendo no sopla
y nada mueve ni desordena.

S.H agosto 2004

martes, enero 22, 2008

UN CRISTAL ROTO


Una ventana, diez cristales sucios.
Un cristal roto por donde siempre,
desde que te fuiste,
ha entrado silenciando sus gritos
el alba...,
y el aire...

Un cristal roto, una puerta,
un permanente olor a tabaco
y una radio,

- un receptor lisiado,
contrahecho, un huérfano
con dos emisoras:
la tuya y la mía -.


( ...escríbeme,
escríbeme porque todas las cartas llegan.
Nadie me conoce, pero mi nombre
se mantiene en pie;
no soy árbol...
... no soy simplemente un árbol )

Aún es de noche...
Se me hizo cruelmente de noche al bajar de un taxi,
se me hizo de noche una tarde a las seis...,
sin aviso,
sin mediar palabra;
recogían los barrenderos mis temores sin diligencia,
irritados por los arbitrarios impulsos del viento.

El mar llegó incomprensiblemente
hasta el patio de butacas del bulevar...,
...depositando sal en los jardines.

( ¡tus labios despiden tanto calor...!
¡...esa música!

¡escríbeme con letra clara para que esta vez te entienda!,
Sabes que me gusta viajar en tren
y que guardo mis mejores libros

para los viajes más largos...)

Esta habitación es un indefinido combate,
un desastre de luz,
un solitario solar habitado por tu recuerdo...,
un refugio...,

un cristal roto.

S.H.

domingo, diciembre 23, 2007

CINE DE VERANO


I

Yo era un niño.

Proyectaron en el pueblo la última película
en el cine de verano
cuando yo todavía era un niño.

¡Aún lo recuerdo!,
un caballo se desbocaba

contra la desconchada pared
y la diligencia saltaba por los tejados
huyendo como loca de los bandidos;
y a algunos de los asaltantes
les brillaban, especialmente, los ojos.
Y resultaban ser gatos
a quienes se les venía encima
una ensalada de tiros.
Y ellos, ¡tan valientes!,
cómo aguantaban impasibles
la afilada mirada del sheriff
y su aliento oscuro
a tabaco masticado.

Pasado el peligro,
dormitaban ajenos
al interminable travelling de la chica
y al ruido de tren eléctrico del proyector.

II

Yo todavía era un niño.

Mi madre nunca podía venir al cine.
Yo me llevaba la silla más vieja de mi casa.
La silla tenía el asiento de anea
igual que las diligencias.
¡Cómo huía yo de los pistoleros
comiéndome el bocadillo en el pescante!.
Esas noches volvía a casa
con la silla asentada en mi cabeza
protegiéndome de las flechas de los indios;
pegando tiros a las sombras
con las balas que le quedaban en la recámara
al barnizado fusil de madera
que siempre se caía del respaldo.

III

Yo todavía era un niño.

Yo miraba a la chica a los ojos,
¡tan azules, tan luminosos!;
y ella miraba al chico,
y el chico la miraba a ella
con los ojos encogidos.

Pero siempre sucedía lo mismo:
si avanzaba más de tres pasos hacia ella,
se estropeaba la cinta
como si al proyector
le hubiera dado un golpe de tos;
( los hombres y los chicos mayores silbaban,
las mujeres cuchicheaban al oído,
los niños comíamos pipas )

La chica y el vaquero
siempre tenían los labios húmedos
después de un beso.


S.H.
9, agosto, 1997

sábado, diciembre 15, 2007

EL TELÉFONO

(S.Hidalgo)

Desde el coche
el paisaje es una película verde
a velocidad desmedida.
Los árboles se abrazan.
La carretera horada a dentelladas
túneles en la roca.
El sol simplemente se manifiesta.

El teléfono.
Un número anotado en el dorso de una entrada
al Museo Interactivo de la Ciencia.

(En el cuello tengo dibujado
tu insistente ruego de una llamada
que sabes que, de cualquier manera, haría.)

El auricular tiene un mortecino tono
de electroencefalograma plano.

¿Estás ahí?

Hace frío.
La tarde no va a ser capaz
de detener a la noche por más tiempo.
Los coches comienzan a acercarse
con los ojos encendidos,
como gatos alimentados a pilas.

¿Estás ahí?

El último tono ha dejado en el auricular
un sobrecogedor silencio;
y, al cabo, acude un empleado,
como un juez de guardia,
a certificar la muerte del teléfono.

S.H. , Julio 1997

lunes, junio 25, 2007

CORAZÓN DE VIERNES

(S. Hidalgo)
Tener un corazón de viernes
no tiene mayor significado
que sufrir un galimatías en el alma
y una enemistad caprichosa
con la anunciada
- ya desde temprano-
sensación de vacío en el estómago.

Un corazón de viernes
relega drásticamente
cualquier mal recuerdo
con aspecto de miércoles o de lunes
a la sentina del olvido.

Un corazón de viernes
no encuentra calles ni pájaros,
no se halla entre desayunos y períodicos,
ni siquiera le fascina
un blanquecino roquedal de nubes;

sólo le conmueve
las detonaciones del silencio.

Un corazón de viernes intuye
que nada sucederá,
previsiblemente,
al levantarse de la cama.
Acaso aparecerá una secuencia de lluvias,
enérgicas como un enfado,
instigando la debilidad
de las nervadas cúpulas de los paraguas.
Acaso se desatará ciega la tormenta
y, sobre el cristal de la ventana,
dejará en braille escrito
un mensaje ininteligible y fugaz.

Un corazón de viernes es un síndrome
que aún no aparece en el vademécum
de la psiquiatría moderna.

miércoles, octubre 18, 2006

SALES AL CAMINO

(Gauguin)
Sales al camino que lleva hacia el río.
Andas.
Primero con paso lento,
cuidando de no pisar
la senda diminuta que transitan las hormigas;
cuidando de no asustar
a la bandada de pájaros
que comen los granos caídos
tras la siega;
cuidando de no quebrar
los tallos de las esparragueras...

Después, agilizando el paso,
huyes de tu propia sombra,
como quien necesita alejarse
de la pesada carga de la soledad;
y, al detenerte, compruebas
que ella siempre está ahí,
frente a frente,
la mirada clavada en tus ojos,
como el perro que nos sigue
a la mínima distancia
que su temor le permite,
que espera un gesto amigable
para echarse a nuestro lado.

Varios cientos de metros más adelante,
equidistante ya de la torre de la iglesia
y del puente que sobre el río duerme,
lanzas un profundo suspiro hacia el cielo
y, al instante,
ves apartarse el manojo de nubes
que están en su trayectoria,
y arremolinarse luego,
como tantas veces has visto
en los mapas del tiempo;
y, algunos minutos más tarde,
el cielo se vuelve más azul y luminoso,
como si hubieran descorrido
las cortinas de un escenario.

Al bajar los ojos a la tierra
ya lo tienes delante:
los árboles, los montes,
el murmullo del río,
los campos cultivados,
el paisaje que, a menudo,
sueñas en sepia debido a la lejanía
y a los años de ausencia,
causantes, ambos, de la alteración de los colores.

S.H., Agosto 2006

viernes, enero 20, 2006

AÚN NO ES DE NOCHE

(Kandisky)
Aún no es de noche.
Si lo fuera,
las ventanas cuadricularían de luz
la aburrida fachada de los edificios,
o las hojas de los árboles
se contagiarían de la ictericia de las farolas.

Porque no es de noche,
pero, si lo fuera,
los niños habrían abandonado
la frágil arquitectura de sus castillos de arena,
o estaría apagado el llanto
del más pequeño del parque
riñendo a su bicicleta.

No, no es de noche,
pero si lo fuera,
en mi mesa batallarían los bolígrafos
con la longitud de las ideas,
y en un descuido del flexo,
bajo su carpa amarilla,
habría escrito un poema.

miércoles, octubre 05, 2005

TAN LEJOS... TAN CERCA

(Salvador Dalí)
Lejos,
no en otra ciudad,
no en otro país,
sino por encima del relieve terrenal,
acaso disuelta en la atmósfera,
o en el límite mismo de la ingravidez,
o en el balcón abierto
al azul cobalto, etéreo y desconocido.

... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ...

Cerca,
no en un parque,
ni en la plaza que domino
desde mi altura de ave que vuela,
sino donde la respiración
es un lento fluir de lava,
y la sangre
un desaforado discurrir por las arterias
hacia un habitáculo íntimo y secreto.

S.H.

domingo, septiembre 25, 2005

EL MUNDO ESTÁ EN GUERRA


(S. Hidalgo)


Las noticias son cada día más desalentadoras.
Envuelve las cabeceras de los noticiarios
una densa atmósfera de sangre.
Hay cientos de muertos, debidamente repartidos,
por todas las cadenas televisivas;
muertos fotografiados, a todo color,
en las primeras páginas de los periódicos
- una de esas noticias
que ya casi nadie mira -;
muertos que ya no conmueven,
muertos que entorpecen los titulares
que hablan de los galácticos,
muertos que todas las mañanas
ocupan sus catafalcos en los quioscos
ordenados en paquetes regulares.

El mundo está en guerra.

El mundo, de momento,
guarda un incomprensible equilibrio
sobre una plataforma de calaveras,
sobre un recipiente lleno de odio:
sustancia notablemente más densa que el agua.

El mundo, presumo, tiende a hartarse.
Es un viejo al que, repetidamente,
le estamos tocando las narices,
un viejo en quien la paciencia
ya no es más que un residuo.

Para un viejo
pesan mucho tantas toneladas de muertos,
como le inquietan tantos estómagos vacíos
removiendo las escaras que, a este viejo,
le comienzan a salir por algunos continentes.

¡ Le duelen tanto los niños a este viejo !,
esos tallos tiernos que con el viento lloran,
que se resquebrajan cuando los pisan,
que enferman y mueren
sin haber comido nunca un helado de chocolate.

S.H., septiembre, 2005

martes, julio 26, 2005

¿HA DESAPARECIDO LA NIEBLA?


Me detuve en tus ojos, tupida red viva,
cavidades, islas, refugios, pausas ideales,
destino último de mi amor deshabitado.



(S. Hidalgo)
I
Te he buscado.
Hoy te he buscado detrás de la densa cortina de una mañana de niebla,
por las irregulares aceras de baldosas cuadriculadas
tan llenas de humedad.
Hoy te he buscado junto a los pasos de cebra,
en las interminables avenidas, en los abandonados jardines.
Te he buscado más allá de donde mi vista
define la exactitud de un cabello oscuro;
y te he esperado junto a una cabina de teléfono,
repitiendo insistentemente un número que me quema entre las manos,
un papel que lucha por salir del fondo del bolsillo de mi abrigo.
Hoy te he buscado entre mis recuerdos.
Y en ese desván ¡es tan fácil encontrarte!.

II
Un termómetro electrónico, rojo,
vocea con el incansable ritmo de una máquina que la mañana es fría,
que tres míseros grados de calor, o de frío,
me van a invadir el espacio tan estrecho que existe
entre mi abrigo y mi garganta.
Un reloj, también electrónico, se esconde tras el termómetro.
El reloj no grita, el tiempo discurre sin necesidad de que lo midan.
El tiempo sólo permite su medida si tu tardanza es definitiva.
Entonces, ya es demasiado tarde para la esperanza.
Y si ya es definitivamente tarde,
mis pasos me conducen hacia el templo pagano de un bar
donde mitigar la melancolía en un humeante café.
Y busco en las páginas centrales del periódico,
en la sección de anuncios por palabras,
una línea que me asegure que no te he perdido para siempre.
Pero, tú ¿dónde estás?,
¿puede una mañana de niebla confundirte?

III
No sé si ha pasado el tiempo.
No sé si ha desaparecido la niebla.
No sé cuántos cafés se han enfriado entre mis manos
esperando que abrieras esa puerta que tengo frente a mí.
No sé por qué, siendo invierno,
se aferran con tanto ahínco las hojas de los plátanos a sus ramas.
Este libro que ya he leído tantas veces,
tiene tantas marcas en sus páginas,
tiene tan desgastadas las cubiertas,
tiene tantas lágrimas en la cesura de sus versos...
No sé si ha desaparecido la niebla.
Aún no se han caído todas las hojas que el viento,
con violentas agujas de frío, maltrata.
Por qué me pregunta una y otra vez mi reloj
qué contratiempo te ha retenido.
¡ Cuánto frío da la tristeza !

S.H. ,1998

jueves, julio 14, 2005

11 M, in memoriam


Ha pasado ya un año del zarpazo cruel, golpe ejecutado por la mano dirigida por la férrea locura de la mano enferma.

Ha pasado ya un año desde que se vino abajo, como un inevitable derrumbe, el futuro y la vida de dos millares de inocentes. El negro túnel, el oscuro pasillo instalado en el interior de los trenes, no tuvo puertas ni ventanas a la vida.

Hace ya un año, en aquella mañana, en aquel amanecer maldito, hay quienes aún tuvieron tiempo de dar un último beso a la madre atenta, a la esposa que ofrecía la calidez del sueño en los labios, al hijo todavía dormido...

Hace ya un año que un inimaginable socavón de sangre se abrió bajo nuestros pies, una herida que no cierra, una úlcera que supura en lo más profundo de nuestras conciencias.

Desde hace un año somos cientos, miles, millones de sobrevivientes quienes nos preguntamos por qué persistimos en hacernos daño, en hacer de este mundo un mundo invivible.

Desde que el hombre se hizo hombre sobre este planeta apareció el odio, el ansia de poder, la tortura, las invasiones, los imperios, la ambición desmedida, la crueldad, las manos asesinas, los ejércitos asesinos, la muerte en nombre de Dios, la muerte en nombre del hombre, la muerte caprichosa, el exterminio, el holocausto, las persecuciones, la pena capital, las violaciones, las humillaciones, la xenofobia, la guerra preventiva, el racismo, el terrorismo...

... Y, en el laboratorio de pruebas de la historia, siempre han tenido disponible el pecho del inocente, del pobre, del desasistido, del débil, de la mujer, de los desempleados, de los niños, de los perseguidos, de los ancianos, de los marginados, de los desplazados, de los homosexuales, de los esclavos, de los incapacitados, de los enfermos, de los que piensan diferente, de los sometidos, de los oprimidos, de los olvidados, de los trabajadores...

Acabarán con algunos de nosotros, o dañarán nuestros cuerpos, pero nada podrán contra la esperanza. La esperanza no tiene cuerpo que asesinar, no es un blanco fácil, ni siquiera su respiración ni su pálpito la hacen detectable. La esperanza es nuestra, de los sobrevivientes, es la acreditación que distingue a quienes defendemos la paz y la concordia...

La esperanza es el arma que siempre emplearemos en legítima defensa.


S.H. 11 de marzo de 2005

AÚN QUEDA SOL


Aún queda sol
amarilleando la desalineación de robles,
derribando las sombras de las piedras
hasta dejar manchado el camino.

Aún queda sol
lanceando el vaivén de los chopos,
perdiendo la tarde su sangre
por cien heridas abiertas en la sierra.

Atraviesan el camino
un ferrocarril de hormigas
arrastrando las agujas de los pinos;
en este paisaje de minas
entiban los hormigueros las hormigas.

Enrojece el cielo
y arde el matorral en fuego falso
que no quema ni hace llama,
que se extingue
con el parto espontáneo de la primera estrella.

S.H.

sábado, julio 09, 2005

LA ILUSIÓN DE UN NIÑO

No existe una calle tan ancha
que permita el paso,
al través,
de la ilusión de un niño.

Habría que desmontar la rígida
armadura de las casas
y de los árboles,
y construir una calle de mentira
sobre el ocre del campo.

S.H., Diciembre 1997

FUSIÓN

Quiero hacer de tu cuerpo y mi cuerpo
una sola nube,
dejar de soñar,
embeberme hasta la muerte
con la inyección letal de tu mirada.

S.H.