miércoles, octubre 18, 2006

SALES AL CAMINO

(Gauguin)
Sales al camino que lleva hacia el río.
Andas.
Primero con paso lento,
cuidando de no pisar
la senda diminuta que transitan las hormigas;
cuidando de no asustar
a la bandada de pájaros
que comen los granos caídos
tras la siega;
cuidando de no quebrar
los tallos de las esparragueras...

Después, agilizando el paso,
huyes de tu propia sombra,
como quien necesita alejarse
de la pesada carga de la soledad;
y, al detenerte, compruebas
que ella siempre está ahí,
frente a frente,
la mirada clavada en tus ojos,
como el perro que nos sigue
a la mínima distancia
que su temor le permite,
que espera un gesto amigable
para echarse a nuestro lado.

Varios cientos de metros más adelante,
equidistante ya de la torre de la iglesia
y del puente que sobre el río duerme,
lanzas un profundo suspiro hacia el cielo
y, al instante,
ves apartarse el manojo de nubes
que están en su trayectoria,
y arremolinarse luego,
como tantas veces has visto
en los mapas del tiempo;
y, algunos minutos más tarde,
el cielo se vuelve más azul y luminoso,
como si hubieran descorrido
las cortinas de un escenario.

Al bajar los ojos a la tierra
ya lo tienes delante:
los árboles, los montes,
el murmullo del río,
los campos cultivados,
el paisaje que, a menudo,
sueñas en sepia debido a la lejanía
y a los años de ausencia,
causantes, ambos, de la alteración de los colores.

S.H., Agosto 2006