lunes, junio 25, 2007

CORAZÓN DE VIERNES

(S. Hidalgo)
Tener un corazón de viernes
no tiene mayor significado
que sufrir un galimatías en el alma
y una enemistad caprichosa
con la anunciada
- ya desde temprano-
sensación de vacío en el estómago.

Un corazón de viernes
relega drásticamente
cualquier mal recuerdo
con aspecto de miércoles o de lunes
a la sentina del olvido.

Un corazón de viernes
no encuentra calles ni pájaros,
no se halla entre desayunos y períodicos,
ni siquiera le fascina
un blanquecino roquedal de nubes;

sólo le conmueve
las detonaciones del silencio.

Un corazón de viernes intuye
que nada sucederá,
previsiblemente,
al levantarse de la cama.
Acaso aparecerá una secuencia de lluvias,
enérgicas como un enfado,
instigando la debilidad
de las nervadas cúpulas de los paraguas.
Acaso se desatará ciega la tormenta
y, sobre el cristal de la ventana,
dejará en braille escrito
un mensaje ininteligible y fugaz.

Un corazón de viernes es un síndrome
que aún no aparece en el vademécum
de la psiquiatría moderna.