Pablo H.
¡Que no quiero un mar embalsado
meciéndose en mi interior
con un vaivén desganado!
¡Que se me duerme la risa!
Quiero soliviantar a la brisa
para que rice las crestas,
para que mi sangre, roja,
se vuelva de menta,
que es el color de la risa.
S.Hidalgo, 1997
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