(M. de Pedro)
-llagas crónicas hacinadas en mi boca-;los trenes que perdí
acudiendo a la estación equivocada;
las cartas que nunca me escribieron
-amontonadas en los mismos
rincones que la tristeza-;
el amor hecho de pan ázimo,
insustancial materia que el hambre rechaza.
De la vida
me quema el amor
que no acelera el pálpito,
el abrazo insensible, inane y premonitorio;
las manos que frenan
el recorrido de una caricia,
dejándola en el limbo abandonada
y eternamente suspendida.
No quiero el amor, y de eso estoy bien seguro,
como viento que existiendo no sopla
y nada mueve ni desordena.
S.H agosto 2004